sábado, 19 de septiembre de 2009

Andinismo Patagónico: El Cerro Pico Negro

El destino me trajo a tierras coyhaiquinas, lugar que aparte de ofrecerme alternativas laborales, estaba seguro me daría la oportunidad de ir tras los secretos de los andes patagónicos.

Me contacte con montañistas locales y emprendimos el viaje a una hermosa montaña conocida como Pico Negro, coloso de líneas muy alpinas que apenas alcanza los 1.700 mts., pero que ofrece interesantes posibilidades en sus flancos sur y este.

El acercamiento transcurrió sobre el lecho de un río encajonado y resbaladizo que poco a poco se iba mostrando con más nieve a medida que ascendíamos, hasta perderse finalmente en las primeras laderas de la montaña sobre el límite de la vegetación.

Nieve en regulares condiciones y uno que otro paso de gateo en roca fueron quedando atrás, mientras ascendíamos directo por el flanco este de la montaña. El día era espectacular, sol, cielos azules y un macizo muy estético que nos daba la oportunidad de soñar con diversas líneas de ascenso.

Luego de un par de horas de marcha alcanzamos la base de la pirámide y fue momento de decidir por que ruta ascender. La falta de equipamiento y/o experiencia no nos daba a todos la oportunidad de seguir una línea directa, sumado a que el terreno no se encontraba en las mejores condiciones por lo avanzado de la hora. Mis dos compañeros decidieron tomar la ruta normal que asciende montándose desde hombro norte, todo mientras yo comenzaba la escalada directa por la cara este.

La subida no fue fácil. Nieve en muy malas condiciones montada sobre una pared de roca de entre 50 y 60 grados hacia difícil y desgastante el progreso, sin embargo me las arregle para poder moverme con algo de “seguridad” ayudado de una pareja de piolets técnicos, hasta alcanzar la salida en el único lugar que no ofrecía cornisa, las cuales por lo demás me amenazaron durante todo el ascenso.

Una vez en la seguridad de la arista cumbrera, luego de terminar lo que podria ser una nueva variante, me relaje y tomé un descanso mientras observaba el progreso de mis compañeros. ¡Por fin en las montañas de Patagonia! pensé, y di gracias a la vida por la oportunidad que me daba de disfrutar una vez más de este apasionante deporte. Al cabo de unos minutos continúe rumbo hacia la cumbre.

Roca podrida y resbalosa acompañaron los últimos metros, hasta detenerme finalmente en lo más alto del cerro Pico Negro, en su cumbre principal. Ahí estuve solo por un rato comiendo e hidratando a la espera de mis compañeros. No paso mucho tiempo hasta que estuvimos los tres disfrutando de la cima.

Totalmente cierto, la vista es igual o mejor que la de fósforos “Los Andes”, una cordillera totalmente nevada, de modesta altura pero de grandes desafíos, muy fría y ventosa. Cerro Castillo nos saludaba a la distancia…

Casualmente otra cordada subía la montaña por una de las canaletas del flanco sur-este, a quienes decidimos esperar en la cumbre mientras le hacíamos un par de fotos. Finalmente solo uno de ellos terminó la vía que hacían en “freesolo”, personaje conocido con quien también compartimos la estrecha cumbre.

Llegó la hora del descenso. Atrás quedaba una de las primeras sorpresas montañeras que me brinda esta tierra, un bello cerro que nos deja más tareas y rutas por descubrir. Aprovecho de agradecer a mis nuevos camaradas de montaña por esta excelente salida, sin lugar a dudas patagones de tomo y lomo.

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